LIBERACION MIOFASCIAL
Antes de definir en qué consiste esta técnica de terapia manual, deberíamos hablar de lo que se conoce como "fascia" o "sistema fascial". El sistema fascial del organismo constituye una extensa e ininterrumpida red de tejido conjuntivo, que es un tipo de tejido de apariencia membranosa, que envuelve y conecta todas las estructuras de nuestro cuerpo (músculos, tendones, ligamentos, vísceras, meninges, etc.), dándole soporte, protección y forma al mismo.
La palabra fascia, en singular (no se habla de fascias), representa una entidad de una sola pieza, en la que todo está ligado, por lo que nos ha llevado a plantear la noción de "globalidad", sobre la cual se basan la mayoría de las técnicas actuales de terapia manual.
De la aceptación de esa noción de "globalidad" se entiende que una patología localizada en una estructura en concreto de nuestro organismo pueda generar otros problemas o sintomatología en un lugar alejado de donde apareció la lesión por primera vez. Por ejemplo, un problema de origen cervical, originado en el cuello, puede ocasionar patología a nivel lumbar, afectando a la parte baja de la espalda; de la misma forma, un problema en el pie puede generar problemas en la pelvis y en la región lumbar e incluso llegar a afectar a la región cervical.
Por ello, no es posible mantener un cuerpo saludable si no existe un sistema fascial saludable. Cualquier tipo de restricción o alteración que aparezca en este tejido va a hacer que nuestro organismo no se desenvuelva bien funcionalmente y que aparezca la patología o disfunción. El sistema fascial puede verse afectado tanto por una excesiva tensión (acortamiento del tejido) como por una excesiva distensión (alargamiento del mismo).
Dentro de la composición del sistema fascial podemos distinguir, entre otros componentes, dos proteínas, que se encuentran sumergidas en una sustancia gelatinosa que recibe el nombre de Sustancia Fundamental Amorfa (SFA), que tienen especial importancia:
* la elastina, que dota a los tejidos (piel, ligamentos, tendones, arterias) de elasticidad. La elastina es una estructura estable y no experimenta muchos cambios a lo largo de la vida (es una proteína de larga duración).
* El colágeno, que es la proteína más abundante en nuestro organismo, y dota a la fascia de protección contra los estiramientos excesivos. Esta proteína, a diferencia de la elastina, es de corta duración, por lo que se va a modificar durante la vida del individuo, y es aquí donde radica la mayor parte de la patología del tejido conjuntivo, ya que el excitante para que se sintetice el colágeno es el exceso de tensión en los tejidos lo que va a propiciar que se cree un círculo vicioso: cuanta más elasticidad pierden los tejidos, más tensión soportan, por lo que se va a generar más colágeno, que hace que dicho tejido se densifique y pierda aún más elasticidad.
Así, podemos decir que cuantas más fibras colágenas tiene un tejido, menos elástico es, y viceversa.
"El envejecimiento del hombre se puede entender como una densificación progresiva de su tejido conjuntivo"
Entre las principales funciones que el sistema fascial desempeña en nuestro organismo, destacan:
* Protección, revestimiento y unión de todas las estructuras de nuestro organismo.
* Nutrición del tejido (la fascia conduce los sistemas vascular, linfático y nervioso en nuestro cuerpo).
* Control correcto de la postura.
* Ayuda a mantener la temperatura corporal.
* Ayuda en el proceso de cicatrización de las heridas.
* Formación de los diferentes compartimentos corporales.
Las lesiones en el sistema fascial son frecuentes, y muchas veces nos lesionamos sin darnos cuenta de ello. El traumatismo no tiene por qué ser necesariamente un golpe, una caída o un accidente de tráfico. Una postura inadecuada en cualquiera de las actividades de nuestra vida diaria puede suponer un verdadero traumatismo para nuestro sistema fascial. Una posición incorrecta, repetida numerosas veces o mantenida durante largo tiempo, crea hábitos de comportamiento postural que cambian gradualmente nuestro patrón de movimiento, el cual se hace cada vez más precario y realiza un gasto energético cada vez mayor, lo que va a generar un desgaste progresivo y la posterior instauración de una patología (dolor articular, sobrecarga muscular, contracturas…) en nuestro organismo.
Lo mismo ocurre en el caso de una patología, por ejemplo, de una herida en la planta del pie, de forma que el cuerpo crea automáticamente una compensación para poder lograr el objetivo principal, en este caso andar. Sin embargo, ese movimiento sustituto crea una deformación, pudiéndose verse afectadas otras estructuras cercanas que acuden a ayudar. Si ese nuevo patrón de movimiento se mantuviese en el tiempo, podrían llegar a verse afectadas estructuras más alejadas de la zona lesionada primariamente, ya que se encuentran conectadas entre ellas a través del sistema fascial.
"La fascia es un sistema de integración corporal"
Por todo ello, tanto la evaluación como los tratamientos realizados con la finalidad de conseguir una recuperación funcional y el alivio del dolor, deberían enfocarse hacia la corrección de las restricciones (limitaciones) del sistema fascial global, y no sólo hacia la corrección estructural local.
Una vez que conocemos pues la existencia de este sistema fascial y sus posibles afecciones, podemos definir como inducción (liberación) miofascial el proceso simultáneo de evaluación y tratamiento en el que, a través de movimientos y presiones tridimensionales sostenidas que se aplican en todo el sistema facial, se busca la liberación de las restricciones de dicho sistema, con el fin de devolver al cuerpo su equilibrio estructural y funcional.
Desde el enfoque de las patologías miofasciales, hay que decir que el desequilibrio y la disfunción miofascial se producen antes del inicio de la enfermedad como tal. Por eso, cualquier persona, con sintomatología o no, podría beneficiarse de este tipo de terapias.
Héctor Gutiérrez Jiménez
Fisioterapeuta del Centro de Fisioterapia Vera-Salud
